viernes, 29 de septiembre de 2017

FAMILIA MERINO/PLANO


ANTONIO MERINO RAMOS
Hijo de Severino Merino y María de Ramito



La historia de esta familia comienza en las primeras décadas del Siglo 20 cuando Severino, el cabeza de familia, quedó huérfano a temprana edad y fue acogido por unos tíos suyos que le criaron como como si de un propio hijo se tratara.

Eran tiempos difíciles para España y, por supuesto, para esta familia de benqueremcianos. Una grave crisis política amenazaba el sistema monárquico que en aquellos años estaba basado en el turno de partidos. Esta crisis la intentaron detener tanto la Dictadura de 1923 como la República de 1931, aunque no lo consiguieron. El extremismo de la Dictadura no consiguió salvar el sistema y acompañó a la Monarquía hacia su caída. Después, la República no logró obtener el consenso de los españoles y la crisis se agravó hasta llegar a una ruptura violenta ya que desembocó en la Guerra Civil de 1936 que enfrentó a los españoles durante tres sangrientos años.

El joven Severino empezó muy pronto a demostrar que era un hombre de carácter con las ideas muy claras. Había quedado huérfano a muy temprana edad y fue adoptado por unos tíos suyos que le cuidaron como si de un hijo se tratara. A la edad de 16 años tomó la decisión de marcharse a Helechal a casa de unos señores con los que estuvo trabajando durante cuatro años en las labores del campo. Con 18 abriles inició un noviazgo, con la María de Ramito y a los 22 regresó definitivamente a Benquerencia y se casaron.

Severino, junto con su padre, se dedicó a las labores agrícolas. Disponían de varias yuntas con las que cultivaban las tierras de los que se lo solicitaban a cambio de un dinero estipulado o con un tanto por ciento del grano recolectado.

Los frutos de este matrimonio no se hicieron esperar y comenzaron a llegar los hijos que compondrían una numerosa familia. La primera en nacer fue Angelita (que tuvo una muerte prematura a los 11 años). Le siguieron Pura, Manolo, María, Alfonso y Antonio.

Ahora nos situamos en  1940 que fue el año del nacimiento de Antonio.
Acababa de terminar la Guerra Civil y los tiempos eran aún más difíciles.

Una orden ministerial de 14 de mayo de 1939, estableció el régimen de racionamiento en España para los productos básicos alimenticios y de primera necesidad. El racionamiento no alcanzaba a cubrir las necesidades alimenticias básicas de la población, por lo que vivieron años de hambre y miseria. La degradación del nivel de vida en la década de los 40 fue tal, que asegurarse la subsistencia se convirtió en una auténtica lucha diaria. En Benquerencia, al igual que en el resto de España  había dos cartillas de racionamiento, una para la carne y otra para el resto de productos alimenticios. 

Se dividió a la población en varios grupos: hombres adultos, mujeres adultas (ración del 80% del hombre adulto), niños y niñas hasta catorce años (ración del 60% del hombre adulto) y hombres y mujeres de más de sesenta años (ración del 80% del hombre adulto). La asignación de cupos podía ser diferente también en función del tipo de trabajo del cabeza de familia. Inicialmente las cartillas de racionamiento eran familiares, que fueron sustituidas, en 1943 por cartillas individuales, que permitían un control más exhaustivo de la población. 

Estas cartillas aliviaron en su momento a la numerosa prole que nuestra pareja estaba formando. Como el racionamiento era cada vez más escaso Severino seguía trabajando  de sol a sol con sus yuntas y la María ayudaba a la economía familiar vendiendo por las casas garbanzos y habas además del vino cosechero(a peseta el litro) del que también daban buena cuenta los numerosos hortelanos que acudían a Benquerencia a ofrecer sus productos. 

Cada año hacían más de 100 arrobas con las uvas de las dos viñas que tenían una en Poyatos y la otra en la Umbría.

El pan nunca faltaba ya que la casa tenía su propio horno en el que se cocían las piezas necesarias para su propio consumo y  para el de algunos vecinos.
Además Severino era un experto en la preparación de las matanzas. De muchas casas lo llamaban para que fuera él quien matara el cerdo e hiciese el despiece del animal.

Cada año alguno de sus hijos se encargaba de engordar y sacar adelante 10 o 12 cerdos  que al final vendían reservando un par de ellos para su propia matanza. También tenían algunas cabras propia para garantizar el suministro de leche a toda la familia.

Los años fueron pasando y la familia aumentó con la llegada de José, Angelita, Angelillo, Fabián y Pedro.
Era una familia súper numerosa pero se puede decir que, gracias al esfuerzo y a la organización de los progenitores, nunca pasaron necesidades desde el punto de vista alimenticio.

Todos los que estaban en edad de “arrimar el hombro” lo hacían voluntariamente y sin que se le pidiera. Al unísono ayudaban en la recolección de cereales, garbanzos y habas. Aquí me cuenta María, hermana de Antonio, que con catorce años estando una mañana arrancando garbanzos en una parcela de Poyatos vio debajo de unas matas una liebre bastante grande encamada. Sin pensárselo dos veces se lanzó a por ella y consiguió atraparla. El alboroto y las risotadas fueron enormes ya que María chillaba y se esforzaba para que no se le escapara de las manos. El animal regresó a casa con ellos y María, su madre, se encargó de que al día siguiente la familia degustara un delicioso arroz con liebre.

Antonio fue creciendo con el paso de los años. Empezó a ir la escuela de D. Aníbal que era maestro duro y de fuerte carácter. Él trató de ser un alumno aplicado y nunca recibió castigo alguno. Posteriormente le dio clase D. Valeriano.

Eran tiempos de juegos populares. Las bolas, la rueda, el ripión, la piola, el zurrumento, la mocha y el juego tonto eran los que ocupaban los tiempos de ocio de nuestro joven benquerenciano.

“Mi madre era una ama de casa especial, buenísima. Mi padre no nos llegó a pegar a ninguno y teníamos un respeto y una educación como no la había en ningún otro sitio. Con mirarnos mi padre ya era suficiente para que acatáramos sus órdenes o entendiéramos cual debía ser nuestra conducta. Mi  madre era una buena ama de casa criando a sus hijos. A todos nos quería por igual. Lo mismo quería al más grande que al más chico. Se quitaba las cosas de la boca si veía que alguno de nosotros las necesitaba” -me cuenta Antonio.

Por aquella época había en Benquerencia una gran afición al balompié. D. Ángel Gironza había  donado el terreno en Los Tachones para hacer un campo de fútbol  y D. Elías de Tejada había dado otro delante de la casa del “Lejío”.
Había dos equipos: El de los mayores el que jugaban Manolo “Pancho”, Angelito, Rafael y Pepe Morillo, el Clariso, D. Antolín, Juanito del Correíllo, Frutos de Ramiro y Angelín del Maestro Antonio. Jugaban partidos contra Castuera, Monterrubio, Cabeza del Buey, Malpartida, Helechal y otros pueblos de la comarca.
Y el de los pequeños con Alfonso, Andrés de Diego de Oreja, Antonio de Peluca, Justo, Paco de Doña Concha. El Chato, Manolo de Sanguino, Pepe de Belmonte, Manolín , Manolo (El Cano) y algunos más.

Los años fueron pasando y en 1959 estando en la boda de su hermana Pura Antonio se fijó en una chica que posteriormente pasaría a ser una parte muy importante de su vida: Antonia Plano.

En los dos días que duró el festejo (Boda y Tornaboda) el joven no cesó de “tirarle los tejos” a la agraciada muchacha. Primero consiguió pasear al lado de ella por la calle del Polvo y posteriormente, el segundo día, se les pudo ver bailando algunas piezas en el casino del Teco. Así se inició un noviazgo que, como veremos más tarde, acabaría en boda.

Al año siguiente el idílico romance tuvo que sufrir un paréntesis porque Antonio fue llamado a quintas y se vio obligado a marchar a la población gaditana de Jerez de la Frontera.

La despedida de los quintos de aquel año fue bastante sonada. Recorrieron cantando las calles de Benquerencia paseando la clásica  garrafa de 1 arroba de vino y una lata de aquellas de la leche condensada a la que el latero le había colocado su correspondiente asa para mejor manejo. Cuando llegaba la noche empezaba el baile que duraba hasta bien entrada la madrugada. Y así durante dos días.

“La segunda noche, acabado el baile, uno de los quintos soltó un gallo en el salón de Molinilla al, ya medio borrachos, tratábamos de cogerlo. Se armó tal alboroto que tuvo que subir Angelito de Antoliano para poner un poco de orden y tratar que calláramos. Al final dimos buena cuenta del gallo y de un borrego con el que hicimos una suculenta caldereta”. –comenta Antonio
¡¡Eso sí que eran celebraciones!!

Con la llegada de los años 60 nuestra extensa familia benqurenciana también sufrió las consecuencias de la crisis y muchos de sus miembros tuvieron que emigrar para tratar de buscar un mejor nivel de vida.

José y Angelillo  marcharon a Bilbao aunque después de unos años regresaron al pueblo tras llegar con sus empresas a un acuerdo económico.
Fabián actualmente vive en Castuera.

Alfonso sigue residiendo en Bilbao aunque cada verano vuelve al pueblo para pasar unos días con familiares y amigos.
Angelita se casó con D.Pedro y viven en Guadalajara. También pasa en  el pueblo las vacaciones estivales.
Pura, viuda de Manolo Calderón, sigue viviendo en su casa de Benquerencia.
María, viuda de José de Oreja, alterna su residencia entre  Bilbao y Benquerencia.

Manolo y Angelillo por desgracia ya no están entre nosotros.

ANTONIA PLANO PAREDES
Hija de Eugenio Plano y Basilisa Paredes

Para comprender un poco la situación familiar de Antonia de Plano tenemos que retroceder a los tiempos de la Guerra Civil.

A su tía Engracia le mató la fratricida guerra a sus dos hermanos: uno en Barcelona y otro en Valencia.  A estas pérdidas se le sumaron  las de sus padres por motivos de edad. Fueron tan grandes los golpes que le dio la vida en tan poco espacio de tiempo que esta señora entró en una profunda depresión y decidió recluirse en su domicilio sin salir a la calle con la única excepción del día de San José que asistía a la primera Misa  que se celebraba con la llegada del Alba.

Ñoño se dio cuenta de que la situación era bastante grave y decidió tratar de arreglarla, si era posible. Habló con Eugenio Plano y su esposa Basilisa para ver si alguna de sus hijas podía venirse con Engracia para hacerle compañía. El matrimonio aceptó y como a Manolita pareció ser que no le gustaba la idea decidieron que fuese  Antonia la que se marchase a vivir con la esposa de Ñoño a la edad de cuatro añitos.
FAMILIA MERINO/PLANO
Cuando moría alguien del pueblo Engracia guardaba el luto durante ocho días poniéndose el pañuelo negro y apagando la televisión durante ese periodo de tiempo. Y así continuó hasta que Dios la llamó para reunirse con sus padres y hermanos.

La niña fue creciendo y se divertía con sus grupo de amigas practicando los juegos típicos de la época como eran el Ton Pirulero la Comba, la Sillita, las
Prendas, el Truco etc, etc.

“Mis principales amigas eran la Antoñita de Norberto, la Isabelita de “Loja”, la Emilia de Cecilio, la María, la Flora de la Currela, la Isidora, La Angelita del Mozo Rubio, la Vicenta de Siorito y alguna más. Me gustaba subir a jugar a las Casitas Llanas con todas mis amigas pero mi tío Ñoño no me dejaba por miedo a que me sucediera algo”- comenta Antonia
“Ya en  edad escolar cuenta que un día entré llorando en la escuela de Dª. Concha.
-Antonia ¿Qué te ha  pasado? ¿Por qué lloras?-le preguntó la maestra.
-Es que la Cristo me ha dado un pellizco retorcido-
¿Cómo que un pellizco retorcido?-
Entonces cogí el brazo de la maestra para mostrarle lo que le había hecho la Cristo diciendo: -Así de fuerte.
Dª Concha dio un grito y me arreó  un tortazo en toda la cara.
En ese momento salí corriendo para mi casa y nunca más volví a pisar una escuela. Me hice autodidacta y, aunque en aquella época estaba en la cartilla de la a,e,i,o,u, aprendí por mi cuenta a leer y escribir además de las cuatro reglas. Trabajé durante muchos años en la farmacia del pueblo creo que desempeñando a la perfección mi trabajo”-me cuenta Antonia.



ANTONIO MERINO(ÑOÑO)



Ñoño fue otro personaje muy influyente en la vida de nuestra pareja protagonista. Durante la Guerra había aprendido el oficio de peluquero además de adquirir la experiencia necesaria para poner inyecciones.
Era una persona con un sentido del humor envidiable. Siempre te estaba contando chascarrillos de su invención con los que te partías de risa. Al principio montó su peluquería en la calle Arriba y posteriormente se trasladó a la calle Corredera donde permaneció hasta su cierre en el año 1980.

Compartía su oficio de peluquero con el de practicante. Era típico de la época verlo con su caja metálica y la jeringuilla. Ponía encima de la tapa vuelta del revés un trozo de algodón impregnado en alcohol. Le prendía fuego y colocaba encima la caja con un poquito de agua para esterilizar la aguja antes de darte el pinchazo.

Como no había farmacia en el pueblo a su casa llegaban todos los medicamentos que recetaba primero D. Julio y después D. Agustín además de aquellos de uso común que se expendían sin receta. Se podía decir que Engracia y Antonia, con el paso de los años, se habían convertido en expertas farmacéuticas.

Como Ñoño era persona inquieta y de bastante imaginación un día se le ocurrió montar un negocio desconocido por estos contornos  en aquella época. Compró una incubadora y se dedicó a criar pollos y gallinas.
La Antonia, que aquellos tiempos tenía 11 años bajaba a Castuera con una cesta llena de huevos y los vendía a la Lala, al bar La Raspa y a otros clientes fijos que tenía.

El año 1969 Antonio le compró a Jerónimo de Canela la antigua Taberna de Elías y montó el Bar Centro; así llamado porque estaba situado justo en medio de los dos bares que había en el pueblo El Bar de la Churrera y el de Juan y la Micaela. El bar funcionó muy bien hasta que se cerró el año 2005 por la jubilación del matrimonio.

Antonio y Antonia tuvieron dos hijos: Marien que es profesora de inglés y Antonio que se dedicó  en el tema de seguros y actualmente regenta con bastante éxito el bar La Bellota de Oro en le cercana población de Castuera.

Nuestra pareja protagonista vive relajada y tranquila disfrutando del patrimonio adquirido con sus años de trabajo y de las dos paguitas que le han quedado. Se les puede ver felices sentados en la puerta de su casa charlando amigablemente con sus vecinos y vecinas.

FOTOS ENTRAÑABLES
























Esta entrada queda abierta a disposición de la familia para si quieren añadir cualquier texto o fotografías. Muchas gracias.

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