lunes, 2 de octubre de 2017

FAMILIA SÁNCHEZ/SÁNCHEZ

El matrimonio Luis e Inés con sus hijos Manolo, María Jesús, Antoñita y Víctor

Antoñita: ¿Qué recuerdas de tus primeros años familiares?
Pues a mi padre bajando cada día a Castuera por la correspondencia. Hacía el trayecto en su burro. Salía por la mañana y regresaba cerca de las dos con el burro cargado con el vino para la Pepa de la Rata y demás casinos del pueblo además de  otros encargos que los benquerencianos le hacían. 

Por otro lado a mi madre cosiendo con un montón de aprendizas alrededor de la una pequeña mesa.

¿Creo que tu familia ha cambiado de vivienda varias veces?
Yo tengo entendido de siempre que en un principio vivíamos en la calle Corredera, en la casa que vive ahora la Antonia de Plano y su marido. Luego pasamos a vivir en el Altillo enfrente de la casa de Pizarro en una casita muy pequeña en la que solamente había una habitación y una especie de comedor con dos mesas ocupadas una por mi padre con sus herramientas de zapatero y la otra por mi madre con las muchachas que tenía cosiendo. Luego, no sé que cambalache hicieron Ñoño y mi abuelo Benigno, el caso es cuando yo tenía siete años intercambiaron las casas y nos vinimos a la calle Arriba que es donde seguimos.

¿Recuerdas quiénes eran vuestros vecinos en el Altillo?
Por supuesto: Estaba la Emilia del Mellizo, Manuel el Pintor y la Victoria, la Modesta y Pizarro, Pepe del Militar, Vicente de las sardinas y la Nieves.

¿Tenías muchas amigas?
Mi mejores amigas eran la Orencia de Pepe el Militar, la Emilia del Sardinero, la María Eugenia y algunas más.

¿Qué recuerdos tienes de la Escuela?

En aquella época los chicos estaban enfrente de la Iglesia y nosotras en las dos clases que había debajo del Ayuntamiento.

Yo estuve con Dª Trini, con Dª Josefina y Dª Feli que vivía en casa de la Josefa de Frasqueles. Con ésta había que andar con mucho cuidado porque te daba con el dedo en la cabeza y no veas el daño que te hacía.



"Antiguamente recuerdo que comenzaron a llegar a casa de la Rosita de Antoliano unos enormes paquetes que despertaron mi curiosidad- Cuenta María Jesús. Cual no sería mi sorpresa cuando unos días más tarde llevaron un par de aquellas cajas a la escuela y el alguacil nos trajo un cántaro de agua, un enorme barreño y una paleta de madera. La maestra vertió el agua en el barreño y le echó unos cuantos cazos de unos polvos blancos que venían en los bidones de las cajas. Por turno íbamos removiendo durante un rato hasta que los grumos desaparecieron. 

Volvimos a nuestros bancos y la maestra nos fue dando a cada una un vaso de aquella leche que luego nos dijeron que nos la habían enviado los americanos. Su sabor no se parecía en nada a la de las cabras o vacas que había en Benquerencia pero, a casi todas nos gustó y nos quedamos deseando repetir al día siguiente.

Por la tarde abrimos el otro paquete. Venían unos enormes quesos, la maestra nos repartió una buena loncha a cada una de nosotras. A mí particularmente me encantó.
Como yo era de las mayores de la clases era la encargada, acompañada de otra alumna, de ir por las casas para que nos llenaran el cántaro de agua cada vez que hacíamos la leche".

¿Cómo estaba organizada la escuela en aquellos tiempos?
Pues estábamos sentadas por edad: La mayores en los bancos de delante y las más pequeñas en los de atrás.
En la sesión de la mañana se trabajaban las materias básicas contenidas en las Enciclopedia Álvarez y El Faro y por las tardes se cosía. Hacíamos labores, vainica, bordados, etc, etc. Los jueves por la tarde, si el tiempo no lo impedía salíamos de excursión al campo por los aledaños del pueblo. Los sábados, como no había colegio, nos mandaban a unas cuantas a limpiar y ordenar la clase. ¡¡Lo mismo que ahora!!
En el invierno teníamos que llevarnos el brasero en una lata con su asa de alambre para no quemarnos. Era la única foma de mitigar el frío aunque sólo fuera hasta que se consumían las brasas.
Estábamos en la puerta de las escuelas y si pasaba el cura corríamos a ponernos en fila para besarle la mano. Lo mismo hacíamos cuando venía a la escuela para preguntarnos el Catecismo.
Mayo era el mes de las flores. Le cantábamos a la Virgen. El día del Señor poníamos altares que adornábamos con madreselvas y otras flores que cogíamos del campo. Las calles se llenaban de juncia y tomillo y las rejas y ventanas se engalanaban con ramas verdes. Cuando acababa la procesión numerosos mozalbetes atronaban la calle Corredera con la explosión de sus rastrillos ¡¡Qué bonitos recuerdos!!
De todas maneras creo que con lo poco que teníamos en aquella época éramos mucho más felices que los niños de ahora con tanta tecnología.

¿Dónde jugabais en el recreo?
Pues en la misma calle principalmente por la parte de atrás, delante de la casa del Rana.
-“Allí estaba la cárcel del pueblo que se la conocía como La Piconera, posiblemente debido a que en ese lugar se guardaba el picón para los braseros del Ayuntamiento” -apunta María Jesús. “Cuando tenían a alguien encerrado nos hacía ilusión asomarnos para verlo a través de una pequeña ventanilla que tenía la puerta”.
El servicio que teníamos era callejón que hay entre la casa de Roque y la de Berrito. Una se ponía a vigilar en la parte de abajo, otra en la de arriba y cuando no venía nadie hacíamos lo que nos pedía el cuerpo. Eso si respetando el turno que siempre empezaba por las que más urgencia tenían. Si era la maestra la que tenía necesidades nos ponía a una a vigilar y se marchaba a su casa¡¡De película!!

¿Qué recuerdos os traen las Fiestas San José en vuestra época de adolescentes?
Las fiestas de San José duraban tres días aunque la víspera por la tarde/noche ya había baile. El dieciocho digamos que era para los benquerencianos. El diecinueve se producía el disloque con la gran cantidad de personas que subían de Castuera que de siempre han profesado una gran devoción al Santo. El veinte y veintiuno ya eran días en los que podíamos disfrutar de nuestra fiesta con más tranquilidad.
El 15 o el 16 ya empezaban a llegar los carros con las tiendas. Nosotras nos sentábamos en la puerta de la Aurelia y de Ñoño contemplando embobadas como montaban las tiendas e iban colocando las muñecas, las pelotas, peluches y demás objetos en las distintas estanterías

¡¡Madre mía!!. !!Qué ilusión cuando llegaba la hora del baile!!. Le dábamos la vuelta a Bubela porque, al no tener la edad, no nos dejaba entrar en el salón. La Micaela le avisaba de que nos habíamos colado y él corría detrás de nosotras para echarnos. Salíamos por una puerta y entrábamos por otra. Así una y otra vez hasta que se cansaba y nos dejaba en paz.
Las madres ponían sillas y se sentaban alrededor del salón para curiosear y evitar que alguno se propasara con sus hijas. Cuando nos cansábamos pues nos íbamos al bar de la Churrera o a pasear por la feria para comprar nuestra pesetita de turrón o la pelotita con la goma blanca que luego nos la cambiaron (la pelota) por una de plástico con un cascabelito dentro.

Si hacía buen tiempo estupendo pero, cuando llovía a mí me daba mucha pena porque las tiendas al ser de lona se mojaban y los pobres feriantes se las veían y se las deseaban para achicar el agua que entraba y evitar que se empaparan las cosas que vendían.
Eran los días más bonitos del año. Los disfrutábamos desde que nos levantábamos por la mañana hasta que nos acostábamos bien tarde y nos dormíamos con la música dentro de la cabeza.
¡¡Qué pena todo esto haya desaparecido!!

¿Vivisteis la llegada del la TV al pueblo?
Pues si. Los tres primeros televisores que llegaron al pueblo fueron los de Norberto, Emilio del Correíllo(tu padre) y el de la Churrera. Luego lo trajo para su bar la Micaela. Aquello fue una novedad increíble. En sus inicios solamente había un canal, “la Primera” y acudía gran cantidad de gente para ver los toros, el fútbol, la serie Bonanza, películas y algunos programas que, en poco tiempo adquirieron una gran audiencia. 
Nosotras íbamos al casino de Bubela y cada vez que queríamos sentarnos para ver algo teníamos que pagar una peseta. Como anécdota contaré que una tarde estábamos unas cuantas viendo una película que no estaba autorizada para menores(tenía un rombo o dos, no recuerdo) cuando entraron el cura D. Vicente y Pancho. Se sentaron y nos echaron. La Micaela se quedó con las pesetas y ellos viendo la película.

El tiempo fue pasando y….
Pues como era natural comenzaron los primeros escarceos entre chicos y chicas. Non juntábamos Fabián, Manolo de Trajina, Antoñto de la Plana, la Orencia y algunos más. Comenzábamos pues con las tonterías típicas de que si a mi me gusta éste o a mí el otro. Yo ya con doce o catorce años tonteaba con Miguel.

Mi padre seguía compartiendo los oficios de zapatero y cartero del pueblo. Yo me fui a Madrid porque pensábamos que el porvenir que nos aguardaba en Benquerencia no estaba suficientemente claro. Me puse a coser en casa de una prima. Mi hermano Manolo me dijo un día que había presentado un currículum mío en la fábrica de bombillas Osram. Me llamaron para hacer una entrevista y me dijeron que el siguiente lunes podía comenzar a trabajar. Pero hay que ver las sorpresas que da el destino. El sábado me llama mi madre y me dice que tengo que regresar urgentemente a Benquerencia porque a mi padre le había dado un infarto.

Al día siguiente ya estaba en el pueblo y como mi padre no estaba en condiciones de trabajar y yo, como era la más chica y estaba soltera, bajé a Castuera a por la correspondencia y la repartí en el pueblo. En aquella época Correos no funcionaba como ahora que si hay una baja por enfermedad te mandan un contratado. Por entonces era el mismo cartero el que nombraba a un sustituto. Estamos hablando de marzo de 1974.

Estuve cinco años de interina y entonces salió la plaza a concurso y, por supuesto, después de cinco años yo no quería que me la quitaran así que empecé a estudiar los temas de la oposición como una loca. Como en la parte de arriba de la casa estaba cosiendo mi madre con las aprendizas y en la de abajo mi padre o los ayudantes en la zapatería había tal jaleo que era imposible estudiar. Así que acompañada de la Mari Jose me iba cada día a la Polaca para estudiarme los temas. Allí me tiraba las horas muertas. Me presenté en Badajoz donde saqué buenas notas y hasta ahora que prácticamente me queda medio año para jubilarme.

Cada día había que bajar a Castuera a por la correspondencia. Al principio lo hacía en el “Servicio” del Firi. Luego intenté sacarme el carnet de conducir pero mi madre no me dejaba. Muchas veces bajaba con Manolo de Eugenio y Don Antonio hasta que llegó el momento que decidí no tener que poner en un compromiso a nadie y me saque el carnet. Me compré con mucho trabajo un 850 y resolví el problema.
Cuando Miguel vino de la mili nos hicimos novios. Nos casamos el año 1982 y celebramos el convite en el Paraíso de Castuera.
Los años fueron pasando y comenzaron a llegar los hijos. El primero fue Pedro Luis luego Miguel y la última Rebeca.

FOTOS ENTRAÑABLES DE LA FAMILIA

Luis e Inés
 Inés con sus aprendizas de costura
Luis con su famoso burro
Luis, Antonio, Sixto Ramón.......
En la Calle Arriba

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